Antecedentes
El arte rupestre es la expresión material del pensamiento simbólico de pueblos originarios en medio de sus paisajes a través de metarepresentaciones:
pinturas rupestres, petroglifos y geoglifos son las técnicas más conocidas a nivel mundial.
Los geoglifos han sido definidos como grandes marcas y/o imágenes trazadas en superficies planas y cerros. Son las manifestaciones monumentales y estilizadas de arte rupestre más escasas en el mundo, presentes en lugares como Perú, Brasil, Estados Unidos, Inglaterra, Australia y Chile.
En nuestro país presentan gran concentración en paisajes hiperáridos entre las regiones de Arica y Parinacota, y de Antofagasta, un 80% de la cual se distribuye en la Región de Tarapacá.
Estas conmovedoras obras fueron ejecutadas entre el 400 a.C. y el período Inca, según se ha estimado. Cada período y etnia plasmó sus propios estilos en las figuras.
Tanto el origen como la función de estas manifestaciones grandiosas incluyen preguntas sin respuestas precisas, como un misterio que hace crepitar la imaginación. Las teorías que los explican abarcan más de un siglo y las primeras menciones son de personajes relacionados al salitre, como John Blake y William Bollaert, hacia la segunda mitad del siglo XIX. En la década del ‘60 se marcó un hito al acuñarse el término “geoglifo” por la destacada arqueóloga chileno-austriaca Grete Monstny.
Llama poderosamente la atención que las figuras fueron hechas para ser vistas, correcta y proporcionadamente, desde puntos terrestres, lo que se evidencia en la deformación intencional al contemplarse desde el aire, especialmente en círculos, paralelepípedos y rombos. Ello demuestra el conocimiento y dominio del concepto de perspectiva de quienes las construyeron.
Adaptado de Luis Briones. 1984